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FINALIDAD DEL MUNDO Y DEL HOMBRE 119 —Reparad en las plantas. Veréis que elaboran substancias orgánicas para alimento de animales... Estos, al nutrirse de hidratos de carbono elaborado por las plantas, elevan dichas substancias por la asi- milación a un grado de complejidad del más alto grado, convirtiéndolas en albuminoides y proteidos, en carne finalmente. El animal a su vez sirve al hombre para todos sus menesteres. Si el hombre se vale de todas las cosas inferiores y a él se endere- zan éstas, ¿a qué se endereza el hombre? Es racional que como las cosas se ordenan al hombre, el hombre se ordene a otra cosa superior. Todo sirve al hom- bre y el hombre debe servir a Dios... En la crea- ción nada puede considerarse «aislado»; microbios, vegetales y animales, mútuamente se ayudan y se relacionan entre sí hasta conseguir su destino, que es servir al hombre. Todo tiende a la fecundidad y embellecimiento de nuestro planeta, pero el planeta debe servir al embellecimiento de otro orden supe- rior... a la gloria de Dios por medio del hombre que es el rey y soberano del mundo por la razón. —¿Pero no me decíais que al cabo todo había de terminar?... —Ese es el fin de las cosas, porque un universo creado en el tiempo, no puede durar eternamente. —¿Tampoco podía concebirse este universo co- mo una sucesión eterna de universos? La objeción que hago me parece que entraña una verdad, porque la obra divina debe ser hecha para siempre. ¿Podría destruir Dios una cosa hecha con tanto primor? La ordenación de leza. la natura-

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