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La finalidad en la creación. CAPITULO VI FINALIDAD DEL MUNDO Y DEL HOMBRE La vida es corta como un día de invierno, es con fre- cuencia más miserable y tris- te que la del animal; pero es semilla arrojada en el surco del tiempo y que debe madu- rar para la eternidad. —Desearía conocer las condiciones de finalidad que tendría Dios al crear el mundo y el hombre. —Es natural que os ocurra esa cuestión, porque supuesta la acción creadora debe suponerse un fin en el Creador. «El Hacedor sabio y prudente nada realiza sin razón suficiente.» —Comprendo que para algo fuimos hechos. —Tenéis toda la razón del mundo, y en esa afir- mación señaláis acaso sin daros bastante cuenta, la cuestión del destino; cuestión que niéguese O se afirme, a todo hombre agita y preocupa... —El que nos preocupe nuestro destino, nace del corazón. —Del corazón nace, pero la solución debe bus- carse allí donde estuvo la razón de nuestra crea- ción. Es indudable que el hombre no se dió el ser ni se

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