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ESPIRITUALIDAD DEL ALMA 109 Lo más donoso de Batrina es esto: piensa (claro es, con la química) que el bien es un residuo indi- gerido y que la justicia no es sino un cuernecito que | les sale a las células cuando se tropieza con las subs- tancias que no les prueban bien. De suerte que un histólogo como Ramón y Cajal puede cortar el cuer- necito de las células consabidas, y el que era un juez o un gobernante como García Moreno, será un New- ton o un Heliogábalo. i La justicia, el amor, la bondad, etc., son cosas que se elevan tanto del mundo de la materia que basta solo su enunciado para decir: hay un ser supra-ma- terial que concibe y practica esas virtudes. Pero digamos todavía que no hay quien no reco- La concien- nozca dentro de sí eso que se llama conciencia, Por e a muy lejos que esté el hombre de la práctica de la ción. ] verdad, está muy cerca de la conciencia. Dios le ha colocado en el centro de nuestro ser para que en su nombre nos exija responsabilidades, y lo mismo en el grito del remordimiento que en el sollozo del amor y del bien, pregona la identidad del hombre y la existencia del alma. Desde que damos el primer rugido de dolor moral, hasta el último suspiro, es- tamos bajo la vigilante custodia de la conciencia. La conciencia tampoco se renueva con las partículas del tejido material, persiste... y que hay conciencia y que persiste dentro del hombre, nadie deja de ex- perimentar. El más impío e irreligioso tiene concien- cia del bien que hizo y del mal que obró. No digamos nada ya del pensamiento, palacio don-
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