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100 EL PROBLEMA RELIGIOSO decir algo original y raro a veces descubre despro- pósitos como ese. Nada de secreciones semejantes (1); además de que el cerebro ni siquiera es causa eficiente principal del pensamiento, como el stradiva- rius de Sarasate no era causa principal ni eficiente de aquel torrente de armonías, trinos y arpegios, y de aquel diluvio de notas de oro que caía sobre el auditorio como cascada de bellezas. Stradivarius y Sarasate: cuerpo y alma. Las cas cadas de notas musicales, el río de ideas y pensa- mientos (2). (1) La secreción de la orina por los riñones como de la bilis por el hígado mo es libre, En cambio yo quiero pen- sar en el triunfo magnífico del aviador Franco o en el Rey de España y pienso en ello. Yo ordeno a mi facultad pensante que se ponga en movimiento y libremente pien- $0... ¿Quién ordena? Yo... el alma. Pero si le digo al riñón: secreta, no me da el mismo resultado... El cerebro me servirá como un Stradivarius o como un microscopio. (2) El mismo Edison ha escrito varias «tonterías cien- tíficas» sobre la sede de nuestra personalidad colocándole en el pliegue de Broca; pero hay que advertir que a la que nosotros llamamos alma, él llama unidades maestras que sobreviven. (La Prensa, 24 septiembre 1924.)

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