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le OO público como el de Limpias, sin efecto conocido, fuera del acrecentamiento de la piedad y repi- tiéndose en las mismas condiciones de pureza, de fe y de fervor de parte de los beneficiados con la visión, parece abonar totalmente en pro de la verdad. Texto teresiano. Como diría la gran doctora del Carmelo: «Cuan- do las apariciones demoníacas o locuciones ídem, ocurren en privado, ninguna blandura queda en el alma, sino como espantada y con gran disgus- to.» La misma santa, añade: «Tengo por muy cierto que el demonio no engañará, ni lo permitirá Dios, al alma que de ninguna cosa se fía sino de la fe y está fortalecida en ella. » Sería indicio manifiesto de una intervención demoníaca, si en lo que acontece y ocurre en Limpias, se envolviese algo ajeno a la Sagrada Escritura, o contra la Iglesia, o perturbase la luminosa fe de los sencillos y torciese el cauce revelado de la moral, etc. Es verdad que se necesita ir con aviso en for- mular una decisión en este asunto ; dejar tiempo para ver el fruto que hacen estas manifestaciones e ir poco a poco mirando la humildad con que dejan al alma y la fortaleza de la virtud que 'ausan; «que si es el demonio, presto dará se-