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— 67 - Recordemos el easo del doctor Jesús del Hoyo, médico del hospital de mineros de Saltacaballos. Oye del señor Arenaza el relato del prodigio, pero, incrédulo como era, se obstina en no creer a su amigo, oponiéndose francamente a tal super- cheria... Arenaza le invita a realizar una excur- sión a Limpias. La rechaza el señor Hoyos, mas luego accede por amistad. Era el 18 de mayo de 1919. Por la mañana ha registrado el señor Hoyo todo lo que hay en la iglesia. Examina el Cristo, lo contempla fijamente y nada de particu- lar advierte en la imagen. Sale de la iglesia más obstinado que había entrado. Durante el almuer- zo, volvieron a discutir el tema los dos amigos. Naturalmente, el doctor Hoyo se declaró irre- ducible y burlón. Sin embargo, por la tarde, volvieron al templo. ¿Qué pasó ? Don Jesús del Hoyo, médico de mi- neros de Saltacaballos, firmó convencido, resul- tando su escrito uno de los documentos más her- mosos que existen en el álbum de la sacristía. El incrédulo doctor sale convertido en apóstol del fenómeno. Médico y prevenido contra el mila- gro, vió tan claro y fulgurante la prueba de la verdad, que su conciencia de caballero le obligó a depositar por escrito de un modo innegable la visión maravillosa. ¿ Hubo en este caballero motivo de sospecha? Y es el caso que con ser doctor y tener a la mano

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