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— tl normales, de tal modo que, por excepción, sola- mente dejarán de existir. Como tienen su raíz en el curso ordinario de los fenómenos y como cada sentido tiene normal- mente sus propias ilusiones, de ahí que es difícil. verse libre de tales ilusiones. Mas ¿cómo se expli caría eso en aquella etapa de visiones, el día 30 de marzo de 1919, cuando nadie pensaba en tales fenómenos ? Respecto a da segunda clase de ilasiones, por defecto actual para la debida apreciación, cabe preguntar: ¿Sólo para el ca- so de Limpias existía tal defecto? Y si exis- tía tal defecto, ¿no habrían caído en la cuenta alguna vez? ¿No habrían rectificado en sus visio- nes ? Que en alguno ocurriera eso, pase, ¡pero eso mismo debía de acontecer a todos los firman- tes ? ¡¿ Puede realizarse semejante ilusión en hombres probos, serenos y conscientes de lo que han visto siempre ? Esa ilusión es generalmente de origen afectivo, y esto no es admisible en cier- tos sujetos que fueron allí con la idea de burlarse del prodigio y que sin embargo vieron. Con respecto a las ilusiones del tercer grupo debe decirse, en efecto, que en virtud de una di- rección determinada dada a la atención o por otro motivo, es fácil no abarcar explícitamente con la conciencia todos los elementos conocidos normal- mente por la sensación, quedando algunos de ellos subeonscientes. Sin embargo, téngase en

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