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en derecho y a una con él don Guillermo Sán chez de Movellán. Ese mismo día afirmaba la vi- sión el excelentísimo señor duque de Gandia. El 27 firmaba en el libro como vidente del mi- lagro don César Santana, capitán de caballería. Un certificado del mismo día dice : « Certifico ha- ber visto mover los ojos durante cincuenta minu- tos al Oristo de la Agonía, y para responder de lo que he visto firmo y rubrico en esta sacristía de la iglesia de Limpias. — José Bernardo Álvarez, ayudante facultativo de minas. » Y sigue: «Yo, Luis de Y barrola, oficial de admi- nistración del ministerio de Gracia y justicia per- teneciente a la Asociación de la prensa de Ma- drid, certifico haber visto al Cristo de la Agonía de Limpias (a cuya protección me acojo) tener los ojos en diferentes posturas y después de mover- los alternativamente recibir la sensación de que movía los párpados cerrando y abriendo los ojos. Fechado el 28 de septiembre. » A ese estilo hay en aquel álbum de certificacio- nes una infinidad, de toda clase de sujetos, desde que empezó el fenómeno maravilloso producién- dose cada día. El propio día 28 de septiembre de- claraba bajo juramento el profesor de la Escuela normal de Vitoria, don Miguel Ángel Monral Pa- gola. Las firmas atestiguadoras que hemos compul- qu A