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mo los testimonios que por ordenación del digní- simo prelado, aunque sin carácter oficial, se han tomado por el que subscribe, debiendo darse a los que aparecen en este libro, hasta la fecha, toda veracidad por ser copia exacta de los originales que radican en el expresado cuaderno. Y para que todo ello conste para gloria de Dios y prove- cho dé las almas, como para suministrar a la auto- ridad eclesiástica todos los datos que acaso pre- cisen, así como también en cumplimiento de un sagrado deber como cura párroco de esta iglesia, en la que parece que el Señor ha querido mani- festarse tan prodigiosamente, lo firmo en Limpias. — Eduardo Miqueli (1).» Tal es el testimonio sencillo y exacto del pá- rroco del pueblo privilegiado. El hecho ha causado unatransformación radi- cal en aquel solitario recinto desde que voces unísonas se fundieron en esa universal voz de « Milagro ». Nuevas sacudidas de extremecimien- tos eruzaron por toda la provincia. Ya no era (1) Hacemos constar con agrado que la misión fué reali- zada por iniciativa de doña Carolina del Rivero, viuda de Medrano, favorecida ella misma, en el mes de abril de este año de 1920, con una curación estimada como mila- grosa, según relación que nos hicieran ella y sus hijas las señoritas Paz y Concepción en el palacio de su perte- nencia en Limpias.