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| Según ella reza, hacia los años 1760 a 1770, ocupaba en Cádiz un elevado puesto público un hijo ilustre de Limpias. Éralo el excelentísimo se- ñor don Diego de la Piedra Bernales y Secadura, de quien ya hemos hecho mérito. Este caballero tenía en su oratorio de Cádiz este Cristo. Antes que don Diego de la Piedra, la esenltura debió ser de los Descalzos de Cádiz, en cuya igle- sia recibiría culto hasta su destrucción, llegando luego a poder de dicho prócer, que lo trasladó a Limpias. Crítica. Sin negar los fundamentos en que se apoya la tradición que abona este hecho, a fuer de historia- dores veraces debemos consignar algunas obser- vaciones sobre ella. Primeramente debe decirse que la inundación de Cádiz, motivo o causa del traslado, tuvo reali- dad antes del año 1760, porque en aquella ciudad, en el barrio de la Caleta, existe una lápida de mármol donde se consigna la fecha del suceso en esta forma : En el año de mil y setecientos y más cincuenta y cinco primer día de noviembre, la tierra con violentos vaivenes de un temblor se extremecía,

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