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14 Entierro, sin que lo comparemos ni de lejos con el bellísimo Entierro de Cristo del claustro de San Jerónimo de Granada. Todas las figuras están trabajadas a conciencia y han sido estudiadas con harto cariño por más de un artista. El Santo Entierro en relieve aparte de sus imperfecciones de dibujo merece atención detenida y consciente al recordar los trabajos de Perujino y Sarto. No deja de ser una obra de admirar el altar en cuya cima, la mística Doctora nos sorprende en sus arrebatos de inspiración. El altar con la imagen del Rosario fué una donación del ilustre conde de San Isidro (1); la escultura de la Virgen es pre- ciosa. Tal vez en la penumbra donde está des- merece mucho; quisiéramos verla a mayor luz y mejor situada. De la misma suerte son dignas de estudio las esculturas del grupo del altar mayor, que, como la anterior, fueron enviadas a aquel (1) Téngase en cuenta que aunque el condado se le atribuye a Don Diego, a quien correspondía era a su primo don Jerónimo de Angulo Dehesa, o más verídicamente a un tal Abarca. Es este un punto obscuro en la historia, pues como donante del Cristo de Limpias y poseedor del titulo de conde aparecen don Diego de la Piedra y Secadura, don Pedro de la Piedra y Secadura, don Jeróni- mo de la Piedra Secadura y otro apellidado Abarca. Los tres primeros, caballeros de Santiago, y el cuarto, con más probabilidad, conde de San Isidro y descendiente de don Jerónimo Angulo Bernales Dehesa Gorgolla.

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