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299 admitido por buenas muchas visiones sobrenatu- rales. Que el teólogo debe andar cauteloso en todas estas cosas, es regla muy vieja ya, y tenida en cuenta desde mucho antes de las orientaciones modernas de la ciencia física, fisiológica o psí- quica. IV El padre Urbano arremete poderosamente con- tra el señor Camporredondo, canónigo de Santan- der, porque se permite aducir una hipótesis rara sobre la presencia de Cristo en la imagen de Lim- pias. « La hipótesis de Cristo Glorioso ». El señor Camporredondo se atrevió a exponer como una de las posibles hipótesis el Cuerpo (Glo- riogo del Señor puesto allí, porque sería esa la di- vina voluntad. « Claro es, dice, que puesto allí el cuerpo glorioso de Jesucristo los fenómenos son del todo reales y no hay dificultad en explicarlos. La gran dificultad está en que se realice la hipó- tesis. » El padre Urbano dice: « La hipótesis que su- pone intervención del cuerpo glorioso en esta clase de fenómenos es ciertamente rechazada por Santo Tomás ». Sostenía en verdad el angélico que el cuerpo de Cristo no se puede ver en su propria specie sino en un solo lugar, en el que está

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