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— 115 representan todas las garantías de formalidad, de seriedad, de normalidad perfecta. ¿ Hay dere- cho, con todo esto, a decir que es «imprudente», que es ilógico, que es ajeno al criterio teológico el dar asenso «siquiera sea provisional» a las afirmaciones ?... Que no se trata de una «conclusión científica», sino de una calificación trascendente religiosa. Digamos mejor, que no se trata de una califica- ción trascendental religiosa, sino de una con clusión racional... La calificación definitiva co- rresponde a la Iglesia y mientras ella no hable, los demás debemos seguir los dictados de una «prudencia racional », un criterio sensato con pruebas de veracidad, no un «veredicto» deduci- do de una « posibilidad » contra «razones proba- bles ». Se hace mucho hincapié en que las visiones se ofrecen a unos mientras otros muchos que en la misma hora están contemplando al Cristo nada ven ni observan. El ser sensible para unos y no para otros no quita una tilde a la veracidad en las visiones. San Pablo y San Esteban veían al Cristo y le veían presente realmente; sin embargo los que con ellos estaban no veían nada. Se dirá que lo de San Esteban era visión imaginaria o intelectual... No defenderemos lo contrario, pero sí notaremos que hay muchos escritores que admiten por cor-

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