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se presentó en la paciente una fiebre de 41 grados, que se combatió con hielo e inyecciones intrave nosas, presentando la enferma, en conjunto, se- gún expresión textual del médico, «un cuadro elí- nico aterrador, del que aún no me explico que saliera con vida ». Recibidos ya los últimos sacramentos y sin esperanza, en lo humano, de poder salvar a la en- ferma, una persona de su familia ofreció cinco misas al Santo Cristo de la Agonía, en memoria de las cinco llagas, con promesa de mandar cele- brar aquéllas en el propio altar en que se venera en Limpias su prodigiosa imagen, con la promesa también de publicar la obtención de la gracia, si la paciente vencía tan inminente peligro. El alivio fué inmediato, y, consolidada la cura- ción, puesto que la aludida señora completamente restablecida ha reanudado ya sus habituales la- bores domésticas, cample su promesa la persona que la formuló, la cual, perteneciente a la familia de la enferma, termina así el escrito que tenemos a la vista: «Con grandísimo consuelo de mi alma eumplo la promesa de hacer pública gracia tan extraor- dinaria a la vez que envío al señor cura párroco de Limpias el encargo para la celebración de las cinco misas ofrecidas, deseando que el mundo en- tero reconozca en los prodigios de aquella porten- tosa imagen la expresa voluntad de Dios de glo-