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diciones abonadas. Tiene 67 años de edad, padece frecuentemente hemorragias nasales y de arterio- esclerosis. El avance de la esclerosis se obserya también en los ojos. Por otra parte, no hay en él señales de histeris- mo, ni cosa que pueda hacer pensar en él. Por lo tanto, venimos a concluir, fundados en nuestra pobre opinión y en la competentísima e imponente de Charcot, que la hemiplegia no ha sido de naturaleza histérica sino por hemorragia cerebral. Este diagnóstico se impone, porque las demás clases de la parálisis no resisten el más ligero examen. Hay que aceptarlo, por lo tanto, para dar satisfacción a nuestra inteligencia, que lo aceptó a priori antes de la curación tan inespe- rada, y hay que aceptarla también ahora, a poste- riori, en consideración a las razones expuestas. Ahora bien; un digno compañero nuestro, com- petentísimo, que ha visto al enfermo curado a los pocos días de ocurrir el caso, y compartía nues- tra opinión diagnóstica, nos preguntaba entre maravillado y escéptico: «Pero, ¿ es posible que el enfermo estuviera atacado de hemiplegia comple- ta? ¿Qué hubiese parálisis de pierna y brazo? ¿Lo vió usted ?» se atrevió a preguntarme. Sí; yo lo he visto — le dije. — Lo he visto y lo he palpudo. El brazoy la pierna estaban inertes, flácidos ; la parte izquierda de la cara estaba

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