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— 166 — fué a confesar a la iglesia de San José y San Francisco, después de dedicar un largo rato a la meditación sobre la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Confesaría durante cuarenta minutos y en compañía del párroco se encaminó hacia la parroquia, con ánimo de confesar también. Antes se sentó en un baneo que hay delante de su con- fesonario, y se puso a meditar sobre las cinco llagas del Señor;poco después sobrevino el pa- decimiento. « Entonces, y advertidos algunos de los concu- rrentes y avisado don César, le llevaron a la sa- cristía. Aquella noche precedente durmió bien, pero notó algo de frescor por la parte izquierda del cuerpo; duerme sobre el derecho. Dispuse que fuera llevado a casa en un coche y le acostaran; que le administraran una purga, y le dieran unas fricciones ligeramente estimulantes ; al poco rato estaban cumplidas estas disposiciones. «¡¡ Nada más !! «No es extraño que don Vicente, hombre de candor y de gran fe católica, no prescindiera de pedir la intervención divina en un caso como éste, en que se juzgaba perdido para siempre. Me ha contado que cogió una estampa o fotografía del Santo Cristo de Limpias y la puso sobre su mano y lleno de com- e muerta y después sobre el muslo, punción le dijo: «Señor: hace más de cuarenta
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