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sensibles. Y esta es la consecuencia fundamental de este escrito. Un cable de misericordia corre entre Limpias y el Cerro de los Ángles... Cristo quiere reinar por misericordia, y el fuego de su corazón es la Cruz que sostiene el cuerpo del Cristo adorable de aquel pueblo. Consecuencia religiosa. Estamos por afimar que lo que el milagroso Cristo quiere sobre todo de nosotros, en el terreno espiritual, es una obra de reparación y de recuer- do. Vivíamos lejos de la Cruz, y al llamarnos la atención desde aquella escultura que representa su pasión, desea el Salvador de las almas que procuremos rememorar mejor la historia de sus dolores y de sus penas, en aquel día de la Cruci- fixión. El Evangelio, su moral, sus luces y virtudes dimanan directamente del principio de la inter- vención misericordiosa de Dios con Jesucristo para rescatar al género humano. El dogma de la Redención, la Cruz: he aquí el evangelio, he aquí el cristianismo. En ninguna parte se descubren mejor las ideas y los atributos de Dios que en la Cruz. Nuestras relaciones absolutas con Dios, con nosotros mismos y con nuestros prójimos, todas y esas magníficas nociones que han cambiado la faz