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habían de ser sugestionables y en todo caso... sugestionados ? ¡ Todos, incluso los prevenidos contra el prodigio ?... ¿No sería ese el mayor prodigio? Para nosotros tantos hechos tan diferentes y tan rotundos tienen una fuerza abrumadora como una mole de granito, ante ellos hay que bajar la cabeza y adorar a Dios. ¿Que ha habido milagros falsos y que han pa- sado... ? Indudable; pero también ha habido y hay milagros verdaderos que es preciso respetar y venerar como obras de Dios. Los falsos mila- gros nunca fueron sancionados por la Iglesia; lo que haya de verdad en Limpias el tiempo y la autoridad nos lo dirán; por ahora hay noventa y cinco por ciento de razones en favor de la ver- dad que explicamos. Cierto que en todo fenómeno extraordinario se mezcla el oro y la escoria, como el más rico venero y áureo metal se reviste de cierta capa natural de barro. Depuremos los ca- 508 y quedémonos con el oro. Pero no hagamos lo que aquel rey del Fausto, rey indio, que negaba la existencia de la nieve por no haberla visto nunca,
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