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Limpias se levanta como de un sueño de hadas en las laderas de Otero, monte que lo domina y atalaya. La torre del reloj que se ve en lontanan- za y cuyas campanadas sonaban hasta Ampuero, Colimbres y Treto, es un objeto de curiosidad. Esto debió ser muy dentro de la historia antes de que un rayo fatal interrumpiese el eco de las sonoras campanadas, en cuyas hondas volaba el alma de Limpias rumorosa y pura a visitar aque- llos pueblos cercanos, en horas de amistad. Dentro de la simpática villa, que en época pasada fué de mayor progreso, se ve moderna mente la morada opulenta del prócer, senador don Ramón de Rivero y Miranda, que lleva a su historia vinculado el condado del ya famoso Limpias. Gran bienhechor espiritual de la privilegiada villa fué don Manuel de Aguilior, al promover tan eficazmente la instrucción primaria de la infancia; la enseñanza es el pan de las almas, nutre los espíritus para manifestarse en civismo culto durante la vida de cada mortal. No olvidamos la importancia que tuviera en la antigiiedad este pueblo, recostado sobre la ría de Santoña, y lamido y acariciado por las aguas del Asón. Sabemos que las fabricaciones de cla- vazón, curtidos, anclas, etc., ocuparon antigua- mente la laboriosidad y los cuidados de sus mo- radores, y es indudable que Limpias dió gran