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— 144— gencias de la naturaleza y que se realizan en con- firmación de una verdad o para gloria de Dios, Son hechos que derogan accidentalmente las leyes de la naturaleza y se verifican sorprendiendo la potencia humana sobre el curso de las cosas. La doctrina de la fe enseña que la religión está asentada sobre hechos milagrosos, que no sola- mente son posibles sino históricos y reales. Yo no creería en un Dios que después de haber creado al mundo y dado sus leyes y de conservarle constan- temente, que es más, no pudiese alterar algunas de dichas leyes por el bien del hombre, que es menos. Las leyes son inmutables para otro hombre; son inmutables en sí misma, mientras no intervenga a alterarlas el mismo que las estableció. La doctri- na de la fe nunca ha enseñado que Dios, al esta- blecer esas leyes, se comprometiese a no alterarlas jamás; al contrario; la doctrina de la fe enseña que la naturaleza es siempre obediente a la vo- luntad Divina y que se le somete lo mismo ahora, en el curso de la historia, que en la hora primera de la creación, al pronunciar el fiat (1). (1) Las absurdas y encontradas explicaciones de los an- tiguos judíos y paganos, de los deístas ingleses de Spino- sa, de Reimarus, del escepticismo de Bruno Baiies, del naturalismo de Paulus, del misticismo de Straus, del eri- ticismo de Tubinga, del magnetismo de Cristian Herman Weisse, del ecleticismo moderno de la escuela francesa, ete., ete., refutado por Fonek con gloria imperecedera en
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