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— 142— sado de lo cual iba por las calles de la ciudad en compañía de otros devotos cantando las glorias y las alabanzas de María, como homenaje de grati. tud y de filial cariño hacia la Reina de la gracia y 'ausa de nuestra alegría » (1). Ni es ese un caso aislado, puesto que, como dice el padre Juan Mir, «dignos de eterna memoria son los favores expe- rimentados en estatuas y pinturas. Y en Italia, hace nn siglo, fueron vistas figuras de María que movían los ojos y derramaban abundancia de lá- grimas »... Ni se nos ataje diciendo que todo podría haber sido un fenómeno de espejismo que habrá queda- do en una leyenda o tradición más o menos piado- sa y efectista. Porque podremos replicar que acer- ca de tales fenómenos observados en las imágenes de la Virgen, se hicieron serias informaciones, co- mo hoy se podrán hacer acerca de los de Limpias, y como resultado de aquellas informaciones lleva- das a efecto por una comisión nombrada por Pío VI, fué la testificación de 900 personas, cuya ase- veración puso fuera de duda la verdad del caso, y a perpetua memoria se instituye la fiesta de Nues- tra Señora de los Prodigios. Más cerca de nosotros, a 11 de mayo de 1850, (1) Anotaremos a este respecto que en el Santo Cristo del castillo de Javier (Navarra) se observó que sudaba sangre todos los viernes, durante el año 1552,

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