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CAPÍTULO VII Recuerdos históricos. Cada vez que asoma en el horizonte de la Igle- sia un hecho prodigioso con honores de llamar solemnemente la atención de los pueblos, se nos viene a las mientes aquel dicho tan célebre del célebre Guizot : « La figura de Jesucristo, según el Evangelio, sería muy incompleta si al lado de los preceptos no apareciesen los prodigios ». Iso que escribió Guizot en sus Meditations sur Pessence de la religion chrétiene, tiene cabal cum- plimiento en todos los siglos, que con obras de maravillosa virtud rodean su divina frente con es- plendorosa corona. ¿A qué, pues, extrañarnos de que en cada centuria, como un acto de presencia, aparezca Jesús llenando el cielo y la tierra con la púrpura de su amor, enriquecida con brillantes de poder? Pero, estudiado el caso prodigioso de Limpias en el terreno de la teología ¡ tiene algún otro pa-