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-= 1383 « Así le seguí viendo después en el tiempo que estuve en la iglesia, hasta la hora del tren. » « El 29 de septiembre fueron desde San Sebas- tián doña Elena Monzanis, don Ignacio Monza nis y doña Mercedes A brisqueta Monzanis, sobri- na de los primeros. Estuvieron dos días en Lim- pias y tuvieron la suerte de ver al Santísimo Cris- to abrir y cerrar la boca, la primera, y el cuerpo sonrosado y vivo, y los dos últimos mirarle con tanta dulzura, que, a pesar de sus muchas eruces, me han repetido varias veces que dan por bien em- pleado todo cuanto han sufrido por el gozo que les proporcionó esta mirada. Tio y sobrina se admira- ron al ver el prodigio y a la vez lo contemplaron, llorando ellos con gran emoción. « La mirada de Nuestro Señor era dulcísima; viéronle bajar los ojos, y doña Mercedes le vió son- reír, emoción que no se le borra, dulcemente fija- da en su mente. « El 30 de septiembre volvimos a visitar la san- ta imagen del Oristo de la Agonía las dos señoras antes mencionadas, una hija de doña Mercedes, de 15 años, y el que subscribe. Fué nuestra pri- mera visita al templo al llegar del tren, y allí es- tuvimos hasta las ocho y media de la noche, co- mulgando ellas por la mañana en la misa que yo celebré y no observando nada de particular, fuera de una gran devoción y deseos vehementes de es-
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