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— 105 con el prodigio) de la parte oriental de Asturias afirmó haber observado de manera perfectamente apreciable las faces clínicas del período agónico... Otro caso típico y comprobante del mismo aserto es lo ocurrido en la peregrinación de Camargo... El templo de Limpias se hallaba ates- tado de gente. En el púlpito uno de esos oradores ardorosos y entusiásticos formulaba unos perío- dos rofundos, vigorosos ; el público oía la palabra de Dios, silencioso y conmovido. De pronto el orador interrumpe, como inspirado de Dios, y exclama dirigiéndose al Cristo: Domine aperi oculos tuos et vide. Apenas acabó esta frase latina, un murmalló corrió de lado a lado : « El Santo Cristo mueve los ojos » decía ; y en efecto el públi- co notó el prodigio... Podrá decirse que caben las sugestiones co- lectivas y que nada más a propósito como este momento de suprema emoción oratoria. Pero, no solamente en esta ocasión se han pro- nunciado allí frases oratorias de gran fuerza emo- tiva, y sin embargo en esta ocasión se dejó ver el milagro y en otras más vehementes no se ha vis- to... Además, está comprobado que el público comenzó a ver la maravilla antes de conocer el sentido de la frase latina pronunciada por el orador citado. Apuntemos un nuevo caso. Esta vez el orador es un pobre sacerdote anciano y apacible, el pro-

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