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YE — en una festividad de Corpus Christi. Como noso- tros, las puede ver todo el mundo; prueba irrefu- table de la objetividad del milagro. De manera que allí por lo menos el fenómeno fisiológico de la sensación se realiza sobre un milagro objetivo a través de la historia. No queremos entrar a discutir sobre la objeti- vidad de las visiones de Limpias; gran milagro podía ser aunque sólo se verifique en la zona re- tinal dé los videntes, y gracia inapreciable como otras visiones de santos, verbigracia, la aparición de la Virgen en el coro a Félix de Valois o a San Ildefonso, en Toledo, o la presentación del Niño Jesús en los brazos de San Félix de Cantalicio, dado que todo ello sólo fuese una visión subjeti- va. Pero no se nos puede ocurrir imposibilidad alguna de milagro objetivo en el mismo caso de Limpias, porque si San Pascual Bailón, ya cadá- ver, pudo abrir y cerrar los ojos repetidas veces a la vista de la Hostia consagrada, no sé por qué haya mayor imposibilidad en admitir esos movi- mientos de ojos en una escultura del Cristo que en un verdadero cadáver. Gracia singular par: las almas que advierten el fenómeno, contemplar moviéndose aquellos ojos que nos reprenden y ab- suelven a la vez. Probablemente, la aparición de la Virgen de Lourdes no sería más que una aparición subjeti- ya, lo mismo que la aparición de la Virgen en el