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— 94 — La sabiduría aconseja en este caso atenerse a la buena fe y rectitud de los testigos. Regla que no la inventamos ahora, sino que la propuso nada menos que Benedicto XIV, en su grandiosa obra: De servorum Dei canonizatione, ete. (1). En teología mística es seguro que los ángeles pueden hacer eso, y no es seguro que lo puedan hacer los demonios (2). Por lo mismo que los milagros divinos no son cuando causan algún fenómeno sensible que todos o mn- chos presencian. Es cierto que requiere gran tino y que fácilmente puede engañarse en esto, pero eso tampoco es razón para desechar sistemáticamente toda visión cuan- do hay elemento de juicio bastante para darla por obje- tiva. Las visiones simplemente imaginarias tienen por cam- po la fantasía y se producen generalmente en sueños y durante el sueño. Así lo observamos en Faraón, Nabuco- donosor, José, etc. El padre Álvarez juzga que más estima Dios dar parte de sus secretos al hombre dormido que des- pierto. Rara afirmación si no la hiciera él (De Grad. con- templ., p. TIL, cap. IX. Cf. Mir, El milagro, libro II, ca- pítulo XV). En el sueño estático deja mayores efectos la visión imaginaria aunque pueden darse tales visiones en todo tiempo. Las visiones intelectuales tienen su asiento en el alma sin concurso de imágenes o de impresiones sensibles, En estas visiones intelectuales no hay engaño ni sospecha, está segura el alma de ser divinas. 29 (1) Libro IV, parte 1, capítulo 32. (2) Riber, Le mystique divin, tomo 1, página 461.

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