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A ES EA SS ciANDA ci O ca mi pequeña filosofía. A ver si te encaja esta idea: “El dolor del amor es sólo comparable al amor del dolor”. Eso me parece un poco enrevesado. Pero tiene su filosofía y te lo recomiendo. Dime otro pensamiento más estético. Marichu hizo un leve esfuerzo mental, parpadeó li. geramente ahondando con el espíritu, como quien va a extraer algo de un tesoro interior. Ya me viene: “El amor es un ángel de luz con que se ha disfrazado el sensualismo”. ¿Has oído bien? Me has querido aludir; te perdono—replicó Gau- dencio. “El amor verdadero es un destello de la gloria de Dios”-—añadió la hermana, sin recoger la réplica. Las mujeres habláis de este tema con más conoci- miento que los hombres. Es porque la mujer tiene un sexto sentido de que carecéis vosotros. Bien dicen que la mujer es amor y es ángel. No lo creas mucho. Yo soy mujer y te aseguro que en toda mujer hay una Eva latente. Es madre de la vida O causa de la muerte. El amor no es cosa que se venda en todos los labios como los específicos en las farmacias. No es el amor un lenguaje de apareamiento. Los ángeles aman mejor que los hombres. ¿Dónde están esos ángeles, hija mía? Están en el cielo y también en la tierra. La mujer que ama mal es un demonio; la mujer que ama bien, es un ángel. Será preciso distinguir dos amores, como hay dos clases de ángeles: los caídos y los buenos; amor rojo y amor blanco. Yo no he encontrado de esos ángeles blancos.
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