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a AAN rat ate r Dd pr -—Cuéntame. . E ¿No te basta con que te diga esto? ¿Y tanto te extraña que un joven haga el amor a una niña? -No; me extraña que tú hayas hecho eso. Al fin soy un joven. Ya lo creo! Y ahora con bozo y todo; pero un jo-' ven que tiene unos padres como tú los tienes y que hacen ' ¡ por ti lo que hacen. ¿Quién es el joven loco que en una * carta dice a una “mocosa” costurerilla que desea tener diamantes como cocos y esmeraldas como pallares: para regalárselos? ¿Quién es el necio estudiante que en lugar de estudiar firme y descansar el cerebro de noche, se va a un cabaret nocturno disfrazado? ¿Qué locura fué la tuya que al primer embite, como quien dice, en el primer año de facultad, todavía sin bozo en el labio, te preci- pitaste a hacer tales locuras? Te han mentido, María, créemelo. .. -¡Me han mentido! Suponte que “esta carta” llega a manos de papá. . ¡Horror! Gaudencio queda aterrado al ver la carta No te asustes. Suponte que este retrato con dedi- | catoria y esta carta caen en manos de mamá... | Pero ¿cómo han venido a tus manos? | No es ese el asunto. El asunto es cómo un clhiquillo todavía, por estar fuera de la casa paterna y porque | estudia una profesión, olvida tan ps onto las buenas leyes de la decencia y del honor que le enseñaron en el hogar. Es verdad, María. Hice rá muy mal. Me ence- guecí, me atolondré, me expuse a eso y más. ..; pero todo eso ya ro existe.