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— 61 — Te has puesto para decírmelo Es que lo que nos trae por aquí es algo muy serio. — Gracias a Dios que empiezas a decirme algo derecho... ¿Tú conoces a una tal Lola Alegría? Debe ser una muchacha linda, ¿no? ¿Sabes si algún estudiante uni- versitaflo le hace el amor? ¡Lola Alegría! Sí, hombre; una niña como un querubín, rubia, alta, con ojos azules, con unos dientecillos muy blancos. Creo que para ser querubín le faltan dos cosas: la inocen- cia y las alas ¡Lola Alegría! ¿No recuerdas de un poeta que le dirigió unos quince madrigales llamándola Venus, Diana, Lucero, Sol y Palma? ¿Quién te lo ha dicho? ¿La conoces o no la conoces? La conozco. ¿Y nada más? Nada más. ¿Y aquellos versos de enamorado? Pues nada, que le “hacía” el amor. —¿De suerte que hablabas por “experiencia propia” cuando me preguntabas si alguien me hacía el amor? ¿Pero quién diablo te ha contado? Pues un diablo ¿Crees tú que los ángeles se ocu- pan de esas cosas? Un entretenimiento... cualquiera. ¡Bah! La salida es ingeniosa, pero no es suficiente. ¿Lo saben los papás? ¡Qué disparate! Ni tú ni yo debemos darles este dis- gusto. Sin embargo, debes a tu hermana el que lo ignoren totalmente.
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