BCCPAM000R09-1-25000000000000

TO Gaudencio examinó ese ahora, escudriñando el secreto en ella y en el canónigo, que estaba pendiente del diálo- go. Sus ojos volvían inteligentes del uno a la otra. —No hay más que un medio—dijo al fin—; que D. Florencio se convirtiera en policía secreta. D. Florencio se levantó del sofá en que se sentaba, y dándole un «abrazo, exclamó: —-Sí, Gaudencio; tus ángeles me constituyeron en po- licía secreta... ¿Hice mal? —En esta hora sólo puedo tener bendiciones y accio- nes de gracias. Acaso entonces hubiera pensado otra cosa. ——¿Puedo merecer su perdón?—inquirió el canónigo. —Me agradaría conocer. cómo se armó el “complot salvador”. —Fué muy sencillo—dijo Angelita.— Tu hermana sa- bía que mi tío vivía en aquella ciudad y temerosa de tu suerte me dijo un día: “Angelita, yo te agradecería es- cribieras a tu tío el canónigo y le suplicaras en nombre de mi familia vigilara secretamente a mi hermano”. Tu papá nunca hubiera consentido en vigilarte; te creía hombre formal y no quería ofender este su juicio; pero Marichu no pensaba como tu padre —Pues a fe que tu tío hizo perfectamente de policía secreta, porque nunca supe nada, ni le conocía, ni sabía que le tuvieras allá, hasta la visita que le hice por vuestra indicación, en la enfermedad de tu papá. —Convenía así, sin duda, para que obrara usted in- sospechadamente—interpuso D. Florencio.— Ahora to- do está claro Yo me valía de mi ascendiente sobre al- gunos estudiantes para las averiguaciones, sin conocer- le a usted personalmente, para evitar sospechas.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz