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10%. —Diga, hermano: ¿vive aquí un joven que vino hace un mes próximamente? —Han venido varios... Un militar, un estudiante buen mozo y —Será ese estudiante. Se llama Gaudencio. —Efectivamente, uno se llama con ese nombre. —_Veníamos a hacerle una visita. —¿Son ustedes parientes? El sacerdote no supo qué contestar; pero Angelita respondió: —Nos tratamos como tales, casi lo somos Le temblaba la voz al decirlo. Pues ahora están en coro y luego van al refectorio. Por Dios, hermano, dígale usted al P. Superior que soy canónigo de X y que —Voy al instante; tengan la bondad de pasar a ese cuartito El cuarto también lo conocemos. A los cinco minutos llega al cuartito el Superior, cariñoso y condescendiente. Ha saludado como si conociese a los visitantes y enterado de la clase de gente que era dijo: —Tendrán ustedes la bondad de aceptar una pequeña refacción. Son las 11.30 y Gaudencio vendrá en seguida de comer. Agradecido contestó el canónigo: —Padre Superior: el coche nos espera ahí abajo y le rogaría que no se molestasen en nada; sólo queremos sa- ludar a Gaudencio y marcharnos. —Entonces aguarden un momento; bajará al instante. —¿Qué tal se portó el chico, P. Superior? —Cuando vino traía la boca cerrada por el dolor. Apenas me pudo hablar ni decir nada concreto; pero co-

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