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— 192— —Nunca la tuve hasta que murió mamá. —Luego eso es un efecto de impresión... del dolor y del vacío que te dejaba aquella muerte. —¿No puede venir la vocación por medio de un de. sengaño? —Sí, ciertamente; pero debe mirarse bien y probar primeramente si de hecho es vocación. —La vida me horripilaba; quería morir con mamá; quería pensar sólo en mis queridos difuntos estando muy cerca de Dios. —Eso supone un fondo de fe, de grandeza de ánimo y de delicadeza espíritual. Un efecto que causan en el al. ma juntas estas tres cosas: fondo místico, desengaño de la vida y amor vehemente filial. Puede tenerse todo eso y carecer de vocación. —¿Cree usted que yo no tengo vocación? —Según qué vocación. —La de ser religiosa. —Una cosa es el deseo de serlo y otra cosa la vocación. Vamos a ver, Angelita. Ahora estás ya tranquila y puedes discurrir y pensar serenamente. Si hoy se presentas Gaudencio y te propusiese lo que pensabais realizar, ¿qué harías? —Angelita quedó mirándo al tío sin pestañear. —¿Ves? Ya tienes que pensar... La idea no deja de seducirte. —Verdaderamente, si él viniese y me hablase, no res- pondo lo que haría... —Yo sí...Accedería al instante. Dudas todavía porque no lo ves posible. —Es que —Esa es tu vocación: seguir a Gaudencio. ..

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