BCCPAM000R09-1-25000000000000

LI terrible conflicto de Angelita, que renovaba y acrecenta- ba la impresión penosa del caso de Marichu, efectiva- mente quedó todo desconcertado. Angelita estaba empeñada en vivir sólo para sus pa- dres difuntos. El amago de enajenación que se notó en sus determinaciones de aquella hora y en el encargo que dió al administrador de venderlo todo, todo, a cualquier costa, porque quería meterse en un convento, fué pa- sajero. El administrador, prudentemente, demoró alte- rar las cosas y puso en conocimiento del tutor de Ange- lita que resultaba ser D. Florencio, como pariente próxi- mo, lo que pasaba. D. Florencio fué rápidamente a ha- cerse cargo de la sucesión de Angelita y de su hermanito Luis y a procurar orientar la vida de su sobrina. Angelita pasó un mes en casa de Marichu, después de la muerte de su mamá y con ella tenía expresiones de una exaltación mística que a todo trance quería llevar a cabo. Marichu tenía ese mismo pensamiento, lo sabía Angelita, y todo su afán se concentraba en vivir con María en un mismo convento. D. Florencio procuró poner las cosas en su punto. Sin violentar el estado de Angelita logró poco a poco hacerla entrar en mayor reflexión... Al ca- bo le dijo que como era menor de edad no podía ser re- ligiosa sin su consentimiento como tutor y como tío, que era como ser su padre. Con el objeto de obligarla a de- poner aquellas ideas extrañas adoptadas nada más que de impresión, resolvió que Angelita fuese con él a X y que él cambiara de colegio trasladándose a otro más cercano a su residencia. Uno de los .«días en que Angelita estaba más propicia a reflexión, le llamó su tío a un gabinete y le interrogó: —¿Desde cuándo tienes tú vocación religiosa?

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz