BCCPAM000R09-1-25000000000000

—¡Ya vas siendo hombre; es preciso que te prepares a tomar una resolución, marcar tu camino: o en casa, en el negocio de tu padre, que, como ves, no es malo ni ingrato, o fuera de casa, en una profesión donde puedas ser hombre. —Mi profesión, por gusto, sería la de pelotari. Esa no es profesión. Lo comprendo, papá; pero es mi afición. Además, yo tuve en mi casa hace ya muchos años, al “Estudiante de Aulestia”, pariente nuestro, que colgó los hábitos del Seminario, vendió los libros de texto y se consagró a la cancha. Fué el mejor pelotari que yo he conocido, sin excluir al Chiquito de Sibar. Si alguno pudo abrirse camino por ese lado, era él. Yo me encariñé mucho con su modo de jugar y le preparé muchos par- tidos en los que “crucé” mucho dinero por él. Aquel joven se malogró. Ni fué estudiante, ni fué pelotari. Se malogró ¿Qué me quieres decir con eso? Que: no sirvió para nada. Yo quiero servir para algo. Para mucho debes tú servir. Según para lo qué. —Mira; en casa de tu padre nada te falta ni te faltará, contando con Dios. Aquí hay franqueza, “alegría sana”, cariño, sociedad. Podrán muchos aparentar más, pero no podrán ser más felices Estudiaré una carrera. Una “carrera” ha de ser, pero de provecho. El mun- do es grande, muchas son las finalidades de la actividad humana; la tierra es ancha, los elementos de bienestar pueden multiplicarse con honradez; pero mira, Gaudencio;

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz