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— 178 — s cisos para delinquir. El laboratorio del Departamento Nacional de Higiene comprobó que para colorear y dar aroma al alcohol de la peor procedencia se utilizaban suelas de zapatos, que generalmente eran viejos. Figúrese el lector la consternación de toda aquella fa. milia en el pleamar de los preparativos para las bodas, Ya era imposible que María se uniese con un hombre delincuente. No lo consentiría su padre, ni lo consentiría ella. Gaudencio no quería creer el delito. Angelita sos- pechó una maniobra de compañeros celosos del progre- sivo auge de Paco. María se calla, pero sufre un desmayo y luego tiene que guardar cama dos días. Los periódicos hablan del “caso de la fábrica”. El nombre de Paco se arrastra por el suelo envilecido, pisado por la voracidad del público. Las proclamas que habían empezado a “echar- se” en la misa parroquial, se suspenden; todo el pueblo pasa por la casa de la niña: unos la felicitan porque pro- videncialmente se descubrió a tiempo la condición in- admisible de Paco; otras la compadecen por el natural dolor que le causará el notición. En la casa de la niña se declara que no se recibirá a nadie en esta eventualidad, Algunas de las amigas de la ex-novia se alegran por el coco de la envidia que les roía el corazón. Otros se admi- ran de la candidez de la familia por haber creído tan fácilmente en la honorabilidad de un hombre como Pa- co. Ahora salen a plaza pública muchos trapitos sucios de Paco. Del árbol caído todos hacen leña... María ha pasado dos días encamada de la fuerte im- presión. Le acompaña Angelita, que era la mejor con- fidente y consoladora para la enferma. Nadie habla de- lante de ella del funesto suceso. El médico ha ordenado un total reposo y que se evite todo lo posible aumentar

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