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— 177— El nubarrón Día de luz sin dolor parece que no cabe en la vida hu- mana. A lo mejor, un pájaro canta en lo más alto de la rama de un pino que cubre de sombra la tierra y cuando de un aletazo desciende en busca de su alimento, una trampa colocada por mano traviesa de niño pícaro lo cautiva y aprisiona dolorosamente. Un corazón tendrá arpegios y trinos de amor y esperará tener la buena for- tuna de una felicidad soñada... ¡Ay! un velo de luto, un capuz de crespón, símbolo de la amargura, cubrirá la faz soñadora y ahogará el último trino con la primera lamentación. No habían pasado dos semanas del anuncio oficial de la boda de María con Paco, cuando una pluma amiga comunicaba al papá de aquélla una noticia fatal. Sospe- chas vehementes- de estar envuelto en un negocio absur- do cayeron sobre Paco. En sus fábricas se hicieron ave- riguaciones policiales y al cabo la prueba irrefragable de ser un negociante falso y condenado lo condujo a la cárcel. Paco, el novio oficial de María, primero acu- sado y luego condenado de ser socio en una fábrica de venenos. Las indagaciones dieron prueba plena de ser él mismo el iniciador y el primer accionista y represen- tante de la fábrica, que hasta aquellos días había per- manecido oculta. Una fábrica de alcoholes envenena- dos, defraudando al fisco, era un delito penado por el Código. Allanado el local denunciado se hallaron 200 damajuanas repletas de alcohol y otros elementos pre- 12