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IÓ 2 PE LAN EN RA ES 4 7 LS A O A AE EN E A A — 170— beza y contestó a María. Los dos jóvenes musitaban el Avemaría, quedos, imperceptibles Cuando hubieron terminado el rezo, miró Angelita el cielo. Allá arriba vivía su padre. María lo entendió y dijo: recemos un Padrenuestro por el alma de D. Andrés. E “Padrenuestro...” Un leve suspiro se percibió en Ange- lita. Gaudencio observó que su novia ponía sus manos cruzadas sobre el seno, como para impedir un brote de emoción, sujetándolo en prisión... También él llevóla mano a los ojos... Aquel “Padre Nuestro que estás en los cielos” y aquel gesto de Angelita le conmovieron. .. —Buenas noches—dijeron luego los tres, a un tiempo, —Ahora me voy a casita a cuidar a mamá, porque es la hora en que va a la suya Dolores y no me gusta que esté sola con la muchacha. Con que, buenas noches—4i- jo otra vez. Y se largó rápida dando dos saltitos menudos sobre un manto de césped que encontró al paso. Gaudencio la acompañó. —¿Sabes?—le dijo... —Sin contar contigo tu herma- na y yo hemos acordado celebrar la boda juntas. .. —¿Cómo? —Casarnos el mismo día. —¿Qué me dices? Gaudencio, de gozo, casi comenzó a perder el paso. —Cosa hecha... Hoy hablará ella con tu papá, por- que todo lo demás es pan cernido, a no ser que tú te nie- gues—añadió la niña con mimito de seriedad, poniéndose compuestita en su continente y rostro. —Es mi mayor lotería. ¿Y tu mamá? Vosotras lo veis todo sencillo, y luego. .. > —¿Mi mamá? Cuando se lo cuente me dará dos besos;

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