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LT — —¿Pero a usted le parecía eso bien? —Yo sólo quiero vuestra, felicidad hija mía. | Faltaba tiempo a Angel'ta para buscar a María - A ta conversaba en el jardín, entre unos mirtos Olorosos, con Paco. Gaudencio aprovechó un momento para echar unas cartas al correo... —¡Marichu! ¡Marichu! —¿Qué, niña? —Deja un momento a Paco que converse con un mir- to; que le diga poesías a una begonia... Mira, Paco: hazte la idea que esta hermosura de flor es Marichu y pasa un rato con ella, ¿quieres? —¿Cuánto tiempo? Porque con vosotros todo hay que medir. —Antes que te aburras volverá. Cuando llegue Gau- dencio dile que estamos en el cuarto, que vendremos en seguidita. Corrieron las dos al cuarto de María... Un espejo de luna reflejó las dos figuras en su cristal. María vió una mancha en su cara... —¡Qué horror! ¡Ah, no es nada! Una hoja de clavel que he masticado y un poco de color... ¿Qué me querías? —Chica, he tenido una inspiración... La broma de Paco, eso de que nos casemos el mismo día, me ha entu- siasmado. —Dificilillo lo veo. —¿Pero lo ves imposible? —No tanto. —Yo se lo he dicho a tu mamá, así, al aire, como una broma de Paco, y me pareció accesible. Mira: la vida en más de la mitad, debe de consistir en arriesgarse, en re- solverse. Ya hemos quedado en que tu boda sea de aquí
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