BCCPAM000R09-1-25000000000000

sa se fueron a vivir al pueblo dejando la aldea. D. Florencio nombró un administrador de las fincas y antes de ausen- tarse para su residancia quiso conocer los sentimientos de Angelita respecto al porvenir. —Te quedas, gracias a Dios, bien relativamente. Te falta tu padre y esto tuvo que venir tarde o temprano. Ahora hay que mirar al porvenir. ¿Has pensado alguna cosa sobre tu suerte? --Sí, tío. Urna vez que me calme y me serene tengo una resolución que tomar. —¿Y es? -Casarme... Traer un hombre a ocupar el lugar de mi padre. —NOo está mal; ¿pero has considerado el asunto debi- damente? Tienes luego 20 años y no digo que sea mala edad para casarte, pero debes pensarlo -Lo tengo pensado, tío. -¿Con quién? Usted le conoce demasiado. - ¿Yo? —SÍ. —¿Es de por quí? -Sí. —¿Es pariente? Como si lo fuera. Es el hermano de María. —¿Gaudencio? El mismo. -—Excelente muchacho. El me avisó, como sabes, la gravedad de tu padre. -——¿Le ronocía usted antes, tío? —¡Conocerle! ¿cómo? ¿Pues no sabe nuestra... —SÍ, tío; quiero decir si le trató usted. TA as

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz