BCCPAM000R09-1-25000000000000

Gaudencio salió con ellas hasta la puerta. Quedó mirándolas ir.—Son dos en un alma o es un alma en las dos -—murmuró. Se acercaba el momento de reanudar las tareas esco- lares, y Gaudencio acordó con sus amigos una jira de despedida. En Santander. celebrábanse regatas y se le antojó verlas. Beraluce, Ortúzar y Pértica se prestaron al viaje a condición de hacerlo en dos días. Allá fueron los cuatro estudiantes, ganosos de ver, de reir, de observar, de go- zar. Todavía estaba en construcción un gran trozo del fe- rrocarril Bilbao-Santander. Era, pues, indispensable via- jar en coche un largo trayecto. Al pasar por Colindres se tiene delante el furioso Cantábrico, que conduce a Santaña; una lengua de mar deja paso a las embarcacio- nes y forma la ría que pasa por Colindres y Cicero. Una barcaza sirve para la travesía entré estas dos poblacio- nes a través de la ancha ría. El puente que ahora se le- vanta es moderno y no remonta más que del año 1900. Un cable de grueso alambre tendido de un extremo a otro de las orillas servía para conducir la enorme barcaza llena de coches, carros y viajeros, de un lado al otro. Pasaba por allá el coche correo muy de mañana, cuando las tinieblas todavía se cernían sobre la tierra y no deja- ban ver más que espectros lejanos y lucecitas de petró- leo O de gas. A la derecha, en una extensión de más de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz