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A E ? Pty pa » e riada — 142— ¿Por qué no me declaraste la razón, pues? Eso no tendría gracia ni mérito ¿Y si aburrido y desesperado hago yo un disparate? ¿Qué, escaparte? No irías muy lejos y te alcanzaría: De eso estaba bien segura, desde que te oí en el jardín. .. tu interesante monólogo nocturno Eran las once y media... Angelita tuvo que volverse a su casa para comer. Quédate con nosotros. No; tengo gente a la mesa. El abogado de papá comerá en casa ¿Y cómo resultó el asunto de tu papá? Según mis informes hasta hoy va muy bien. Entonces te acompaño... ¡No faltaba más! —No, chico, viene Marichu; la necesito esta tarde. —¿Es que estorbo? Sí. Más claro ni el agua. Hoy nos estorbas; por eso he venido a verte, que estaba en ascuas. ¡Pobre Gavu- dencio!—añadió inclinando la cabeza suavemente y abriendo aquellos dos ojos como dos soles ller.os de tier- na y bella emoción. ¡Todavía me compadeces!—Menos mal dijo él en una embriaguez de gusto al mirar aquellos soles que lo envolvían en sus fuegos... —¡Ya estamos, chica!—interrumpió María, llegándose del tocador... —¡Vámonos! ¡Adiós, mártir! —dijo Angelita alargando la mano blanca y pura con un anillo que destelló una luz momentánea al rozarle un rayo furtivo. —0Os iré a buscar a la tarde, ¿eh? -Ven a traerla a Marichu; pero no antes de las 7, ¿entiendes? Tenemos mucho que hacer.

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