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una carta que 137 — mera ocasión, quiso escribirla. Sacó lápiz y al dorso de llevaba en el bolsillo escribió: Amores, amores tengo, ro los quisiera tener... Una mano cálida le detuvo Su mamá. ¿Qué escribes? Pobre hijo mío... No lo extraño; tienes luego 20 años. Es tu edad. ¿De quién te enamo- raste? Gaudencio tenía la cabeza levantada y miraba a los ojos de su mamá. Vamos, hazme esa confidencia. ¿De quién? —De un ángel. Eso ya me lo suponía yo. ¿Tiene cabellos o tiene alas? Alas y cabellos. Es mujer-ángel. Será muy deliciosa y así me gusta el amor; *'humano y celestial”. ¿Pero quién es?. ¡Mamá! ¡Qué, hijo mío! No me lo calles. ¿Pero ro lo sabes? No has —Sí, muchas cosas he visto : todas muy agradables para mí. Yo sembré una mirada, nació un deseo. . —Pero eso no es enamorarse. ..como yo quiero. —Esto es morirse, mamá... e A A NA A O TIT A o e A a A

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