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135 hermanos? ¿Que había un compromiso implícito, que éramos novios? —¡No, hombre! ¡Qué fácilmente quieres comprometer a una mujer! Angelita era para ti lo que soy yo: un ángel. Ella es demasiado inteligente y espiritual para haberte dado una palabra de compromiso. ¡Y esta medalla! —dijo con arranque, mostrándosela. -Pues una medalla que se la regalé yo el día de su santo y que me dijo te la había puesto al cuello para sal- yarte. ¡Para salvarme! ¿Te has ya olvidado? -Pero ¡sus cartas, sus palabras, su cariño! Intensísimo, sublimísimo, casi como el mío. ¿Estabas tú en el secreto? ¿No había de estar? Todo ello fué obra mía y de ella. Pero ¡también sabía ella...! -Sabía como yo tu vida pasada, como sabe la pre- sente ¿La sabía? No te asustes. Tú mismo se lo confesaste después. Después sí, cuando me enamoró. —Antes y después Angelita y yo éramos una misma cosa. -¿Lo sois ahora? Creo que sí. -Entonces sabrás por qué se ha ido a Bilbao; por qué no la veo hace tantos días; por qué. . —Déja que el agua corra, que buen cauce lleva; ya lo sabrás. Quiero saberlo pronto. —Te encegueces.

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