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aa j ñ par No y ad ds tl TRIAL POIS 0 ARALAR EA NAPE LAA TAO o O PEI Me rd FSE A 7 o — 134— Gaudencio apretó la medalla, la llevó sobre el pecho. . a la volvió a besar. ¡Si yo pudiera despertarla en este instante y oir que me ama!. .. Ella me besaba en Dios, yo la beso una y mil veces en la Madre de Dios La noche era mansa. El agua de regatillo carecía de lengua; no se escuchaba su voz. Todas las cosas dormían... Gaudencio se fué también a dormir, y para acostarse rezó el Avemaría. La alegría que da el enamorarse es incomprensible, “Es como un amanecer de un día hermoso de primavera”, dijo un literato. Pero hay que contar también con la huéspeda: los miedos y sinsabores que causa el temor de perder la felicidad. Angelita no apareció ni aquel día, ni al siguiente, ni dos días más tarde. Gaudencio, impaciente, nervioso, incontenible, enca- minó sus pasos a la aldea... Angelita “no estaba”. Esta vez le dijeron que había ido a Bilbao, pero que volvería pronto. —¿Ves?—dijo Gaudencio a su hermana. Aquella noche se ha marchado sin decirme nada. ¿Esto qué sig- nifica? —Pues, significa que tiene libertad de hacer lo que le venga en gana. ¿Tiene acaso algún compromiso? —Eres joven, pero ya eres mujer. ¿No has comprendido tú que había entre nosotros algo más que amistad de

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