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.r 129 — Eso es romántico, aunque muy bonito. El amor debe ] e y r como una rosa Ge sol, una Ccopl No estoy conforme—expone Marichu. -Tú eres muy mística, Marichu, para saber « La de licor. cosas tanto como nosotros. —Todos los misterios del amor son místicos—objetó la joven, con una co: vicción honda y razonada. NURIve a repetir eso—suplicó Gaudencio. 4 Que todos los misterios del amor son místicos—he dicho. No comprendo, ¡formal!l—agregó el profesor. Pues le diré clarito; el amor de carne es un veneno de araña, a no ser que esté consagrado como el vino en la misa. Puede ser que estés en la verdad. Nosotros los hom- bres no llegamos a esa región de la mística del amor. ¿Eh, Gaudencio? El matrimonio es lo que pone el orden en el amor y lo espiritualiza. No conozco más que dos amores sa- nos: el de los ángeles y el de los casados. Sí, sí. A mí lo que es bastante mal me fué—dice el profesor. La imaginación pone delante palabras bonitas y cariñosas, gestos apasionados, fuegos de colores en las OR: +mucho prometer dulces y dar amargura. Se vuelve otra vez sobre el taburete en que está sen- tado y da dos golpes armónicos sobre el teclado marfi- leño y se levanta. Me voy—<lice.——Es la hora de las lecciones parti- culares. o a PGE

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