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—Tú sabrás mucho de eso; lo que es nosotras vivimos en el mejor de los paraísos, ¿verdad, Marichu? —Dicen que conviene saber algo de todo. —Lo malo sabido es una preparación para lo malo hecho —La ignorancia no ilustra, sin embargo. —No ilustra, pero tampoco pervierte. —Lo que no se sabe no se previene. Lo que se sabe de malo previene para lo peor. De- sengáñate Gaudencio, esa es la realidad—objetó An- gelita. ¿Cómo lo probarías tú? Con llamar un poco a cuenta a tu corazón—dijo oportunamente Marichu. —Tienes razón; me olvidaba de mi—confesó él. —La experiencia dicen que es la maestría de la ciencia. Una de aquellas noches más serenas y espléndidas, cuando el cielo apareció sembrado de aljófares, se sintió fatigado Gaudencio y salió al jardín. Grave cosa es no poder dormir. Las estrellitas vertían sus silenciosas olas de luz romántica. La luna y las estrellas hacen soñar. Los jardines con luz de noche y luz sideral no pueden es- tar vacíos de aventuras, escribió alguien. El silencio y la soledad se hablan cosas secretas y preparan las sor- presas más inexplicables. Los poetas y los apasionados gustan de la noche estrellada como de una fuente de ins- piración. Las prosa oscura de las viviendas se enciende ua PLN a AA RRA o e e

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