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_— peón e e A A VX[ — 122— -—No importa—contestó un fornido compañero—; ellas van uncidas. Así debemos ir todos. -Chomín quiere casarse, Francisca—acusa uno de la reunión.—Pero Chomín hace una mueca un poco grosera y empieza a cantar una coplita aprendida cuando estaba en el “servicio” militar... El caballo y la mujer los perdí en un momento, mujer ya la encontraré, el caballo es lo que siento. —Has venido hecho un gandul como un maquero— le replica su pareja. Pero todos se ríen de la coplilla y arman una gritería entre ofendidas y quejosas ellas y ufanos y altaneros en su masculinidad ellos. Todavía seguían en su particular jerga charlando y acometiéndose a puñadas y empelllones, ni ellas se re- cataban de ello familiarizadas con la costumbre, cuando se levantó Angelita. -¿Regresamos?—insinuó Gaudencio. —¿No te entretiene esto?—objetó Marichu. Son de lo mejor que hay en la aldea desde Busturi a Choquilloa, y sin embargo, ¡qué libertad, qué soltura, qué familiaridad gastan con ellos! Yo encuentro un poco mal todo eso—observó An- gelita. A ellas las salvará su inocencia si es que la tienen; pero se me antoja que es jugar con la brasa. —Se divierten con el instinto de los pájaros al aire libre. Otras cosas hay peores—añadió Gaudencio.

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