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dis — 108 — ms ESA | ferencias del Paraninfo, un catedrático de Derecho ESTA y nal disertó sobre “La pena con relación al delito”. E catedrático era católico a machamartillo, como dicen: Era un viejo carlista que obtuvo cátedra por oposición y hacía de la cátedra un púlpito laico; pero un púlpito como otros hacen de ella tribuna disolvente. En la con: ferencia de marras, al redondear un pasaje, extendió los brazos diciendo: “Sólo hay un amor redentor: el amor que salva. El delincuente sufre a veces sin misericordia después de arrepentido. Cuando el hombre lo desampa: ra, lo abraza Dios, y ese amor de Dios lo redime y lo salva”. ¡Magnífico!—exclamó Gaudencio. Y la exclamación causó una interrupción en el orador; quien, repuesto, continuó: Magnífico, sí, señores; y todo otro amor que no lleva al delincuente a la redención es una mentira roja. Dios no mide la pena por el delito cuando encuentra un cora: zón humillado; lo que hace es poner entre el delito y la pena su amor. Y ese amor salva. Desde entonces el “filósofo” de marras cobró el ape: lativo de “Magnífico”... Como Gaudencio había roto con el respeto humano, se constituyó en centro de un núcleo de estudiantes, los más formales y religiosos. Los universitarios que al prir- cipio le miraban con cierta compasión despreciativa en esta segunda etapa de la vida universitaria, al fin tu vieron que respetarle, porque se hizo respetar. De esta fecha es una carta que recibió de su hermana, que le llenó en un todo el corazón. La carta traía data de Bilbao. “Queridísimo hermano: Me ha costado mucho, pero

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