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RE A Aaa — CAR Eat rta "a AS IA EA Ps -——Adiós, Gaudencio. Con las dos manos en ligera agitación, saludábala el joven. —¡Adiós! Cuando ya ro se percibía la voz, mirando hacia ella,. notó que la joven le enviaba con su mano junto a la boca besos de amor. Gaudencio tuvo la ilusión de que los re. cibía en su alma, donde ella le besaba siempre desde que intimaron. Al alejarse la máquina terrible, arrastrando sus coches, Angelita se sentó a la vera de un peralito y dejó que se le corrieran dos lágrimas. Le amaba de veras, Durante el resto del viaje Gaudencio conversó con su papá, que le acompañaba hasta Bilbao. Una- cascada blanca y espumosa bajaba de una montaña. —¡Qué hermoso para un aprovechamiento de aguas con fines industriales! —dijo su padre. ¿Te gustaría papá, que yo fuese ingeniero? —Eso allá tú. No vas a cambiar de ruta y de estudios en un dos por tres. —Todavía tengo tiempo de escoger. —La ingeniería no es para los holgachones. —¿Ves aquel hocino? Allí merendamos una tarde Beraluce, Ortúzar y yo. | Pues en esa angostura hay indicios de una mina en formación. Nos lo dijo Ortúgar, que estudia para ingeniero. ¡Qué lindo que resultase verdad! ¿No es de tu socio ese terreno? No lo es ya. Paró el tren. Un hombre en traje lardoso, grasiento, les pide una limosna. El buen señor saca una perrilla y e la da. |
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