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ER raba, y juntamente el rico arsenal de sus vir- tudes. Pasados siete meses próximamente en aquel encierro, se le comunicó orden de que se trasladara a Bolonia, donde presentado ante el tribunal de Po- licia recibió la intimación para ser deportado a Córcega. Era el 20 de Diciembre de 1813 cuando llegaba a Florencia... El cambio fuéle en mejora, puesto que aquí ya no estaba en una cárcel encerrado, sino en casa de un amigo, desde la que podía frecuentar sin temor ni estorbo el monasterio o casa de las Salesas, promoviendo su favorita devoción de la Preciosa Sangre. * xk Así entraba en el año 1814, el terrible año del escarmiento y de la caída de Napoleón... Ya no se veía seguro el gran Emperador... Su furor guerrero y su conducta le habían minado las bases de su reinado. Ya en Noviembre pasado cuando previó el peligro que se cernía sobre Francia y llamó para conjurarlo a 300.000 solteros, la mayoría de la Nación vecina, no respondió al llamamiento del Emperador, y, en algunas regiones, como Provenza, Bretaña y Vendée, llegose hasta la revuelta. La proclama de Napoleón, encabezada al estilo revo- lucionario con la frase «Citoyens francais», no pro- dujo el efecto que esperaba, sonó.casi en hueco. Los 40 o 60.000 que empezaron la campaña, lla-

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